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¿Cuándo debo usar C, Z o S?


¿Seducir o seduczir? ¿Desilusión o desilusíon? ¿Embelezado o embelesado? 
Si alguna vez te has hecho estas preguntas (y las has googleado a escondidas), no estás sólo. En el mundo de la escritura, hay enemigos silenciosos que parecen inofensivos, pero que nos hacen tropezar una y otra vez: la C, la Z y la S. Tres letras que suenan igual en la mayoría del territorio mexicano, pero que tienen reglas bien distintas.

Y sí, marcan la diferencia entre una ortografía cuidada y una que causa estragos en la reputación digital.

Un asunto de identidad (lingüística)

En México, como en buena parte de América Latina, no diferenciamos entre los sonidos de la S, la C (ante E o I) y la Z. A esto se le llama seseo, y es completamente normal. Sin embargo, aunque en la oralidad se nos perdone, en la escritura no hay piedad. Una sola letra puede cambiar todo el sentido (y el prestigio) de lo que escribes.

Es aquí donde vale la pena detenerse. Porque no se trata sólo de “saber reglas”, sino de entender el idioma como una forma de respeto, de expresión precisa y de construcción de identidad profesional.


El poder de la S (sutil pero peligroso)

La S es la más usada, la más común y, paradójicamente, la más tramposa. Se emplea en:

  • Gentilicios terminados en -ense: canadiense, jalisciense, tabasqueño.
  • Adjetivos y sustantivos abstractos terminados en -oso y -osa: maravilloso, curiosa, espantosa.
  • Sustantivos terminados en -sear (derivados de verbos): chancear, bucear, escasear.
  • Diminutivos en -ísimo/a: buenísimo, altísima.

También es habitual en muchas palabras que terminan en -se, -so, -sa, pero aquí viene el problema: muchas de ellas comparten terminación con palabras que van con C o Z. Por eso, memorizar no siempre es la vía más práctica.


La fuerza (traicionera) de la C

La C, cuando va antes de E o I, suena exactamente igual que la S para la mayoría de nosotros. Pero sus reglas son claras:

  • Palabras terminadas en -ción (derivadas de verbos en -ar -er): educación (educar), nación (nacer), admiración (admirar).
  • Aumentativos terminados en -aco, -aca: pajarraco.
  • Diminutivos terminados en -ecillo/a, -ecito/a: panecillo, piececito.

Ojo: muchas veces, confundimos la terminación -ción con -sión, y ahí se nos va la vida.
Ejemplo clásico: absorción (deriva de absorber, va con C), pero televisión (deriva de ver, lleva S).


La Z, la reina ausente (pero indispensable)

En la mayoría del país, la Z no tiene sonido propio, y eso la convierte en una letra invisible... hasta que se aparece para recordarte que existe. Estas son algunas reglas de uso:

  • Sustantivos abstractos terminados en -ez, -eza: honradez, rapidez, belleza, torpeza.
  • Patronímicos (apellidos) terminados en -ez: Pérez, Ramírez, Martínez (indican "hijo de").
  • Sustantivos terminados en -azo, -aza (con valor aumentativo o peyorativo): manazo, mujeraza, portazo.

También se usa en muchos sustantivos terminados en -ezno, -ezna: osezno, lobezno.


¿Y qué pasa con las palabras que suenan igual pero se escriben distinto?

La lengua está llena de falsos amigos ortográficos. Aquí te dejo algunos ejemplos comunes de confusión:

Incorrecto Correcto Explicación
SeduZir Seducir Verbo terminado en -cir, va con C.
EmbeleZado Embelesado De embelesar, va con S.

ConcluZión Conclusión Deriva de concluir, se escribe con S por regla general.
RapideS Rapidez Sustantivo abstracto terminado en -ez. Va con Z.

Tips infalibles para no volverte loco con la C, la Z o la S

  1. Recurre al origen de la palabra: Si viene de un verbo en -ar, probablemente la terminación sea -ción. Si es un adjetivo abstracto, quizá lleve S o Z.
  2. Haz asociaciones visuales y contextuales: Es más fácil recordar que “belleza” es con Z si la relacionas con otras palabras similares como “tristeza” o “firmeza”.
  3. Lee con atención: La buena ortografía no sólo se estudia, también se absorbe por contacto. Leer buenos textos (literarios, periodísticos, académicos) te entrena visualmente.
  4. Consulta el diccionario: Sí, aún es válido hacerlo, y ahora es más fácil con apps como la RAE o Google. Una búsqueda rápida te puede ahorrar una metida de pata.
  5. Revisa con herramientas digitales, pero no dependas de ellas: Los correctores ayudan, pero no sustituyen el criterio. Muchos no detectan errores como “concluzión” o “sedección”.


¿Por qué importa todo esto?

Porque escribir bien no es una pedantería, es una declaración de principios. En un mundo donde la inmediatez digital nos hace pensar que escribir “a lo que salga” es suficiente, la ortografía sigue siendo un acto de amor por el idioma, por tu lector y por ti mismo.

Usar correctamente la C, la Z y la S no sólo mejora tu escritura: fortalece tu credibilidad, aumenta el tiempo de permanencia en tu blog, y posiciona mejor tu contenido en Google. Porque sí, los algoritmos también “leen” y premian la buena ortografía.


Para cerrar (sin que parezca sermón)

En la batalla diaria con la ortografía, todos tropezamos. La clave está en aprender del error, en hacer memoria, en prestar atención. Porque en un mundo saturado de ruido, quien escribe con claridad y corrección, tiene una ventaja incomparable.

Así que la próxima vez que dudes entre una C, una Z o una S, no entres en pánico. Respira, revisa, consulta… y escribe. Y si te equivocas, no pasa nada. Se vale corregir. La buena escritura no es perfección, es práctica constante con respeto por el lenguaje.


📝 Este post forma parte del sitio personal de Oskar Mijangos, comunicólogo, storyteller y apasionado del buen uso del lenguaje en todas sus formas. Si quieres aprender a escribir con claridad, intención y propósito, quédate por aquí.

¿Tienes dudas sobre algún otro tema ortográfico o gramatical? ¡Déjalas en los comentarios!


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